Las energías fermentan, nuevas transformaciones y espacios sagrados, algo cae, algo más valioso renace, en una danza eterna que acompaña nuestros pasos y acaricia nuestras almas.
El otoño nos reconduce a nuestra esencia, nos guía hacia nuestro centro; es el guardián de nuestras valiosas energías, nos preserva y nos conduce dulcemente hacia el silencio del invierno y hacia la interioridad. Este es también el tiempo de la transformación de los elementos y de las energías, por tanto, no debemos solo soltar sino transformar: elaborar, mejorar. Antes de volver a la tierra los frutos fermentan y se transforman en un maravilloso alimento para la naturaleza que los ha generado, en un proceso que encierra el sentido de la vida. Como siempre, la Madre Tierra nos regala todo aquello que nos puede ayudar a armonizarnos con esta estación: colores que calientan, formas que acogen, dulces frutos y hortalizas y raíces sabrosas. En nuestras manos queda la afortunada tarea de llevarlos a nuestros platos, a través de las cocciones que nos ayudarán a mantener el calor que hemos almacenado durante el verano.
El otoño es la primavera del invierno. Henri de Toulouse-Lautrec
El calor de la tierra
El otoño ha llegado en un bonito día de sol, el cielo es límpido, el sol calienta y el aire tiene un nuevo sabor.
En realidad las energías de esta estación nos hacen compañía desde hace ya algunas semanas, pero el equinoccio es un momento importante, una puerta que se abre, que los pueblos antiguos celebraban con rituales religiosos.
Cruzando esta puerta podemos buscar nuestra esencia, reencontrar nuestro centro, un lugar de profunda sabiduría y consciencia. Después de la expansión del verano, esta estación nos acompaña en un viaje dentro de nosotros mismos. El otoño custodia la clave de la puerta que nos conduce a nuestra alma, a nuestro corazón.
Y si nos paramos a pensar la cocina es el corazón de la casa, un espacio en el cual expresarnos y expresar nuestras emociones.
Las temperaturas nos invitan a pasar más tiempo en los fogones, a preparar platos que puedan calentarnos. Se asoman las primeras sopas, coles y brócolis, y después la calabaza, reina indiscutible del otoño.
Pero ¿cómo nos sentimos mientras cocinamos? Quien se ocupa conscientemente de la alimentación sabe que existe una relación estrecha entre la comida y las emociones. Y si es alegría la que guía nuestras manos entre las ollas y los fogones, seguro que nuestros platos ganarán un sabor especial.
Hace poco que leí esta afirmación:
Si el cocinero es feliz también lo serán los comensales
Y estoy totalmente de acuerdo, porque la comida puede ser un vehículo de salud y felicidad.
Así pues, no solo se trata de combinar alimentos, existen otros valiosos ingredientes que pueden hacer únicos nuestros platos. Estamos hablando de la presencia, la dedicación, el conocimiento y la consciencia, junto a una pizca de creatividad, audacia y alegría.
Seguro que te ha pasado alguna vez, cuando nos ponemos a cocinar con prisas para preparar un plato lo más rápido posible, nos enfadamos, porque estamos demasiado concentrados en el resultado o porque no estamos presentes en lo que hacemos. Y al final lo que acaba saliendo está por debajo de nuestras expectativas.
Esto sucede, es normal, pero lo importante es que este comportamiento no se convierta en costumbre, si no, por mucho que elijamos alimentos sanos, los platos que preparemos no tendrán buenas vibraciones.
Cuando cocinamos, ya sea con prisas o no, deberíamos tener buenos pensamientos alrededor de las personas para las que estamos cocinando. Al fin y al cabo, cocinar no se aleja mucho de meditar, se trata de un conjunto de rituales que nos puede ayudar a liberar la mente y, si somos conscientes de ello, podemos transformar el tiempo transcurrido en la cocina en algo útil y valioso.
Algunas sugerencias
- Ponte ropa cómoda y específica cuando empieces a cocinar: esto puede ser un delantal o algo que te ayude a entrar en tu rol de cocinero. Cuando te cambies de ropa para cocinar, expulsa las preocupaciones de encima.
- Lávate las manos y mantén limpios y ordenados los utensilios y las encimeras, así también mantendrás ordenados tus pensamientos.
- Cocina con música (si te gusta), que te haga sentir bien. Usa también tu voz, canta para percibir la alegría en el ambiente. No hay nada más agradable que cantar cocinando. Yo lo hago 😉
- Prepara todos tus ingredientes, manéjalos con cuidado, obsérvalos, tócalos, huélelos y empieza a visualizar el resultado final.
- No olvides de los pasos para cocinar: cortar, lavar, preparar, aliñar… transformar los alimentos debe de ser un ritual, algo dinámico y rítmico que nos permita de estar en el aquí y en ahora.
- No olvides que tanto la mesa como el mantel, pasando por la vajilla, es muy importante. Deben ser bonitos y de calidad, para que el momento de la comida sea aún más especial. Comparte este momento con tu familia y tus hijos, es una manera de implicarlos.
- Intenta que por lo menos uno de tus platos sea una obra de arte. Aunque solo sea una ensalada de colores aliñada. Pon tu empeño, tu dedicación y tu creatividad e intenta sorprender. No es solo una cuestión de sabor, la comida también entra por los ojos. De hecho, comemos antes por los ojos que por la boca, y un plato bonito llega directamente al corazón.
- Si algo no va bien, si el resultado no es el esperado…PACIENCIA. Solo equivocándonos podemos mejorar y evolucionar. Así que no te enfades, ni te frustes. Siéntente agradecido contigo misma por la intención con la que has cocinado. Acepta tus errores y no te juzgues.
Mis aceites esenciales de otoño en la cocina
Igual que los alimentos, los aceites esenciales que más me inspiran en otoño para cocinar son los siguientes:
- Clavo
- Corteza de Canela
- Jengibre
- Semilla de Zanahoria
- Limón
- Mandarina
- Naranja